Descur...

El descubrimiento

    La historia del descubrimiento de Kuélap, tiene sus orígenes en el litigio suscitado entre los pobladores del viejo tingo,para deslindar sus propiedades, contra los propietarios de la hacienda Kuélap que injustamente habían incluido sus tierras al complejo.

   Por los años de 1840 se hizo cargo del Juzgado de Primera Instancia de Chachapoyas el Dr. Juan Crisóstomo Nieto - los canales no registran su procedencia-. Sus viajes por la jurisdiccion en pos de las visitas oculares y deslindes de tierras, le hicieron oír que por la región de los Kuélap existían extraños muros de piedra que ocupaban gran extensión de terreno. Pero no pasó de ser más que noticia superficial, muros, al final y al cabo son sólo muros. Este primer anuncio se hizo más insistente en 1841 cuando los moradores de esas alturas efectivamente descubrieron que aquellas paredes eran colosales muros que escondían algo más en su interior. Se imaginaron en los purunmachus en silencio a fin de evitar la maldición de las momias.

    En 1843, en una nueva visita a la zona, don Juna Crisóstomo Nieto, recibió de uno de aquellos moradores el informe del hallazgo, y sin mayor espera acudió presto a verificar en el lugar la sorprendente estructura. No cabe duda que, el asombroso doctor, tras explicar a los que acompañaban, el valor inestimable y la importancia de la obra, les pidió acudir con sus machetes y hachas para despejar la maleza que había ocultado por siglos a la imponente construcción.

    Se comenzó a oír el macheteo y el jadeo de la gente para abrirse paso y encontar una puerta de acceso. Por fin tras agotadora pero valiosa jornada, descubrieron la entrada principal y a medida que avanzaban, el asombro iba en aumento.

    Nieto que había ido premunido de su cuaderno y lápiz para tomar notas, encabezaba el grupo, lo secundaba don Gorgonio Rodríguez. El doctor llevaba puesto un sombrero de ala grande y calzaba un par de polainas de esos días; subió los 60 metro de entrada quitando con sus dos manos las yerbas que obstruían el paso, no le importó las alimañas que hubiesen, estaba con el corazón muy agitado. Llegó hasta la parte final del pasadizo por donde solo accede una persona. Se detuvo un momento, se limpió el sudor de la frente, acaso tuvo temor, pro continuó; subió por una escalera de unos cuantos peldaños y por fin llegó al interior. Pase a la enmarañada de árboles y otros arbustos propios de esas alturas, vio que cientos de contrucciones pétreas companían aquella estructura de siglos, enmudeció ante tal hallazgo; Kuélap había sido descubierta.  ERA EL 31 DE ENERO DE 1843.